La motivación tras el diplomado: Encontrando sentido en la pérdida
En el 2017, mi vida dio un giro radical tras el fallecimiento de mi hijo. Esa experiencia, tan dolorosa como transformadora, despertó en mí una necesidad urgente de comprender y crecer frente a lo que había sucedido. En mi búsqueda de respuestas, encontré un diplomado de Introducción a la Tanatología ofrecido por SAK Fundación, una institución profundamente conectada con el legado de Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio de la muerte y los cuidados paliativos.
Mi motivación para inscribirme en este diplomado era clara: buscaba darle sentido al aprendizaje forzado que la pérdida de mi hijo me había impuesto. Deseaba encontrar herramientas que no solo me ayudaran a procesar mi propia experiencia, sino que también me permitieran acompañar y apoyar a otros en sus momentos de dolor y crisis. La muerte, aunque inevitable, no es algo que deba temerse; es una parte intrínseca de la vida misma. Aprender a vivir plenamente, con intensidad y determinación, nos prepara para enfrentarla con paz cuando llegue su momento.
Aprendizajes clave: Autoconocimiento y manejo del duelo
Durante los ocho meses y 120 horas de este diplomado, me sumergí en una variedad de temas, temas que normalmente no conocemos ni nos preocupamos por conocer y que me ayudaron profundamente en mi proceso de transformación. Uno de los aprendizajes más significativos fue el valor del autoconocimiento en procesos de pérdida.
La crisis que surge de la pérdida puede provocar confusión, pero también abre la puerta al crecimiento personal. Sin embargo, este crecimiento muchas veces viene acompañado de dolor, y la mayoría de las veces, es necesario que ocurra la pérdida para conocernos mejor y, como digo desde mi punto de vista de ingeniero en sistemas, reconfigurarnos.
Respetando el tiempo y la naturaleza del duelo
El diplomado también me enseñó a entender los tiempos y las naturalezas de cada individuo en el duelo. Aprendí sobre la importancia de respetar los procesos únicos de cada persona, así como a manejar las culpas que a menudo emergen en estos momentos. Temas como la donación de órganos, las enfermedades degenerativas, los abortos, los cuidados paliativos y la resiliencia también fueron tratados, todos con un enfoque que promovía siempre la empatía y la comprensión.
Reflexiones que marcaron mi camino
A partir de la pérdida de mi hijo, a nivel personal siempre digo que “Nos estamos muriendo desde el mismo día que nacemos, no somos eternos”. A veces, incluso en mi familia, esta frase no era del todo popular, sin embargo en algún momento durante los años subsecuentes a la pérdida de mi hijo, me tocó escuchar una frase del doctor David Noel Ramírez Padilla, en donde dice: “Hay que morir viviendo y no vivir muriendo” y esto termina por darle mayor sentido a lo que intento compartir.
Es decir, este pensamiento encapsula mi perspectiva actual: vivimos mejor cuando entendemos que no somos eternos, cuando vivimos cada momento con intensidad, conscientes de que todo tiene un principio y un fin. Y este enfoque no solo aplica a la vida misma, sino también a proyectos, relaciones y etapas laborales.
El ambiente del diplomado: Una experiencia enriquecedora
El ambiente del diplomado fue excepcional. Tuve la fortuna de compartir esta experiencia con un grupo de personas increíblemente humanas, tanto maestros como compañeros, que aportaron su tiempo, conocimientos y vivencias con una calidad humana extraordinaria. Las actividades y clases fueron un espacio para el crecimiento colectivo e individual, permitiéndome desarrollar una mayor sensibilidad y empatía en el manejo de emociones.
Un mensaje para quienes buscan sentido tras una pérdida
Mi mensaje para quienes atraviesan una pérdida significativa o buscan sentido tras un evento doloroso es este: nunca es tarde para aprender, crecer y redefinirse (reconfigurarse). Aunque el crecimiento personal es un camino doloroso, las pérdidas nos dan la oportunidad de crecer proporcionalmente al amor que sentimos por aquello que perdimos. Este proceso no es fácil, pero al enfrentarlo con valor y apertura, podemos descubrir nuevas herramientas dentro de nosotros mismos para avanzar.
Integrando la Tanatología como parte de un plan de apoyo
Hoy, tras completar este diplomado, mi deseo es compartir mi filosofía de vida y poner mi experiencia al servicio de otros. Mi camino no está definido exclusivamente hacia la Tanatología, pero sí integra esta preparación como parte de un plan para apoyar a las personas en sus momentos de mayor vulnerabilidad. Porque, al final del día, vivir plenamente es el mayor aprendizaje que podemos obtener, incluso en medio de la pérdida.